El púgil argentino viajó a
tierras yanquis para llevar a cabo su gran sueño de disputar una pelea
importante en uno de los templos del boxeo mundial. El sábado a la noche, su
deseo se cumplió, tras enfrentar al filipino Nonito Donaire, campeón gallo OMB
y CMB, en el Madison Square Garden, pero su actuación
no fue la esperada y perdió por fallo unánime tras disputarse los 12 rounds
correspondientes.
El chubutense, de gran
trayectoria, llegó al enfrentamiento con su gran solidez y seguridad demostrada a lo
largo de su carrera, producto de una intachable
preparación durante toda su carrera profesional, que le permitió reinar
primero como mosca y luego como supermosca. Sin rivales en su actual categoría,
supermosca, se arriesgó a subir unas libras más, para intentar arrebatarle los
títulos gallo al asiático, quien está considerado el mejor del mundo debajo de
los 60 kilos y cuenta con el apoyo de uno de los más grandes púgiles libra por
libra, Manny “PacMan” Pacquiao.
El pleito comenzó igualado,
con el campeón haciendo gala de su superioridad física (más alto y con un mayor
alcance de brazos), usando reiteradas veces el potente jab izquierdo que tanto
rédito le dio en sus últimas presentaciones. Pese a ello, Narváez no se achicó
y mediante una gran defensa logró neutralizar la mayoría de las andanadas de
golpes que proponía su rival, a través de la guardia alta y un impecable
desplazamiento sobre el ring que le permitió hacer pasar de largo varias veces
al filipino.
Conforme iban pasando los
asaltos, lo que parecía una trabajada estrategia por parte del argentino se fue
transformando en una tendencia, que se propagaría en el resto del combate.
En el cuarto round, Nonaire
logró vulnerar la hasta entonces impenetrable defensa del patagónico y lo hizo
pasar un gran susto que no llegaría a mayores. A partir de ese momento la pelea
entro en un bache que generó la molestia en gran parte del público presente.
Con cada sonido de la
campana, quienes estaban observando la velada sentían una cercana sensación a
un deja vu, con la misma escena que se repetía una y otra vez.
El oriundo de Trelew
cediendo el centro del ring, colocándose sobre las cuerdas, yendo tímidamente a
buscar algo de protagonismo, con sus manos cubriéndole el rostro y descuidando claramente su cuerpo, recurso que no supo
aprovechar su contrincante.
Cuando culminaba el sexto
asalto, las cámaras que transmitían el combate mostraron el rincón del
patagónico donde el mismo expresó: -“tengo que levantar”, en ese momento una pequeña luz de esperanza
apareció, esperando un cambio radical en la estrategia, cambiando la postura
expectante y respetuosa por otra más
insolente, agresiva, valerosa. Sin embargo, todo siguió igual. Desde la esquina
del retador se escuchaba: -“Bien tapadito, bien tapadito”, y su discípulo
acataba las ordenes.
Finalmente, tanta
expectativa, tanta espera, tanta esperanza, culminó con la conformidad de no
caer antes de los 12 rounds, terminar el combate de pie, aunque aportando muy
poco a los espectadores, que esperaban una impactante presentación del filipino,
que venía de hacer una gran pelea ante el mexicano Fernando Montiel
derrotándolo en el segundo asalto por nocaut.
Las tarjetas vieron ganador
por decisión unánime al actual monarca gallo de la OMB y CMB por 120-108,
terminando así con el invicto del boxeador argentino de 36 años que tenía un
record de 32 victorias y dos empates, a los que ahora les deberá sumar una
derrota.
Triste final para este
excelente deportista, quien espera sacar algo bueno de esta presentación en el
principal mercado boxístico del mundo. ¿Habrá otra chance para el Huracán?
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